Revisa el panorama sobre los cambios en la alimentación en el contexto sanitario, los riesgos, oportunidades y cómo mejorarla, desde los colaboradores y el rol de las empresas.
La nutricionista y Product Manager del Programa Vivir Bien de Sodexo Beneficios e Incentivos, Paulina Hernández, nos entrega una visión general de la alimentación, cómo está cambiando en la cuarentena, el factor acceso y cómo esta área puede ser abordada desde la educación, la conciencia y los programas de beneficios que los empleadores pueden entregar a sus equipos de trabajo.
¿Cómo ha cambiado el comportamiento de las personas respecto a su alimentación durante la cuarentena?
Claramente ha migrado el consumo desde los restaurantes hacia el supermercado, lo que es lógico. La alimentación se encarece porque se está gastando para toda el grupo familiar. Ahora el beneficio está yendo hacia ellos también. En ese sentido, se hace relevante que las empresas mantengan este beneficio, porque lo que hemos visto desde el área de la nutrición es que la inequidad alimentaria se ha hecho más patente, es decir, el acceso a alimentos, sobre todo los más saludables.
También he visto que en Chile se han publicado algunas recomendaciones y apreciaciones en el contexto nacional, como el aumento del consumo de alcohol y estudios en Argentina (similares a la realidad chilena) indican que se ha privilegiado la preparación de comida en casa. Y más allá de lo alimentario, hay un factor que tiene que ver con lo físico, obviamente la población se ha vuelto más sedentaria aún.
(El Servicio Nacional para la Prevención y Rehabilitación del Consumo de Drogas y Alcohol (SENDA) tiene activa una encuesta confidencial para medir el consumo de alcohol y otras drogas en Chile durante la crisis sanitaria.
En el contexto de salud mental, de encierro, ¿cómo se ve afectada la alimentación?
La nutrición y la salud mental es algo casi imposible de separar. Las conductas y trastornos alimentarios parten ahí, desde los más conocidos, como la anorexia y bulimia, hasta el consumo de alimentos por ansiedad o“trastornos por atracón”. Lo de mente sana en cuerpo sano es totalmente cierto. Muchos de los alimentos que se consumen no tienen que ver con la propia conciencia de comer. Está el hambre, que es un proceso fisiológico, con señales claras en el organismo y está el apetito, una asociación mental de satisfacción a través de los alimentos. Una situación como esta, donde el escenario es incierto, hace que las conductas cambien, por eso las recomendaciones son evitar el consumo de alimentos procesados o altos en grasas y azúcar, que se relacionan con consumir alimentos por emociones más que por el hambre en sí mismo.
La recomendación más importante es hacer conciencia. El ejemplo más claro es cuando estás viendo una película y te sientas con un bowl de cabritas, probablemente seas capaz de comerlo completo, pero si te dedicas únicamente a comer, no llegarás ni a la mitad. Hace que tu cuerpo se conecte y te provoque dejar de comer.
Planificar la alimentación: los horarios de comida y la importancia de respetarlos, ayuda mucho a tener una alimentación más consciente.
Otro factor que se suma es el estacional, el frío. ¿Uno requiere comer más?
Fisiológicamente no hay un cambio importante. Para que se dé, tenemos que pasar a temperaturas mucho más bajas que las que tenemos en Chile. En invierno no necesitamos más calorías. No es algo importante para sufrir un cambio metabólico. Al estar encerrados, el gasto energético ha bajado. Tenemos una movilidad aún menor. Si antes éramos un Chile sedentario, hoy esto se puede agravar. La necesidad de cuidarnos se hace más presente, sobre todo pensando en que las personas con enfermedades por exceso, es decir, obesidad, tienen mayor riesgo de contraer coronavirus.
Sumado a la planificación y el comer consciente, ¿qué otras recomendaciones harías?
Hay que tomar este momento para cambiar los hábitos alimentarios. A los nutricionistas nos toca escuchar que debido a que comen fuera de la casa, la oferta no es lo que esperan. Podemos implementar mejores hábitos, partir por la planificación y seguir por la acción. Pasar de tener que hacer algo a preguntarse cómo hacerlo. Una alimentación saludable ayuda a una mejor salud mental.
Reglas de oro en la lista de compras: Alimentos altos en fibra, como integrales, frutas y verduras, frescos o congelados.
En las preparaciones: Siempre un plato debería componerse de 50% de verduras, 25% de cereales (arroz, fideos, papas, choclo) y otro 25% de proteína de alto valor biológico. Las legumbres las debo mezclar con cereal para completar el nutriente. En el caso de las proteínas de origen animal, por lo general son completas: pescado, pollo, vacuno, huevo.
Evitar alimentos bajos en grasas, azúcar y sodio.
Pero hay una frase muy buena: “La restricción causa compulsión”. Cuando una persona plantea su alimentación desde la restricción, probablemente genere más ganas de comer lo prohibido. Y ahí está la dieta con el efecto rebote, porque se sale aumentan más kilos de los que se perdieron.
Los antojos son una salida de la planificación, no son parte de la planificación: deben ser la excepción, no parte del día a día. Además, si comemos de manera consciente, lo hacemos en menor cantidad. O hacer cambios a preparaciones típicas para que sean más saludables y apoyarse en condimentos para reducir el consumo de sal.
Las empresas tienen un rol relevante: ya sea al entregar o mejorar el beneficio de alimentación. Los colaboradores ahora tienen que preocuparse de su grupo familiar. Existe un gasto mayor y por lo tanto, las empresas pueden apoyar en esto. La ventaja es que con los beneficios de Sodexo, se pueden asegurar que el beneficio vaya destinado a la alimentación. Y vemos que un trabajador mal alimentado, le afecta en su productividad, sobre todo si además está la preocupación respecto al acceso a alimentos. Antes de hablar de cómo mejorar hábitos, primero hay que ver cómo tenemos esta necesidad básica cubierta. Con este beneficio se resuelve esta necesidad, a diferencia de dar dinero a las personas, que podrían usar en cubrir otros gastos.
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