De lo contrario, nos quedamos obsoletos en cuanto a innovación. Es por esto que es necesario incentivar y premiar las iniciativas de los colaboradores que sean creativas en innovadoras, para así dar una ventaja competitiva al equipo de trabajo y a la empresa.
Aunque la creatividad y la innovación puedan parecer términos similares, la creatividad se basa en ideas y conceptos abstractos, mientras que la innovación se refiere a la aplicación y materialización exitosa de estas ideas. Así, ambas se complementan.
De tal forma, buscamos que nuestros colaboradores puedan sentirse alentados en sus tareas diarias y así promover un ambiente de trabajo más creativo. Para ello un primer paso es proponerse nuevas metas y desafíos. Esto le da una fuerza motora a la creatividad e innovación y se podrán generar buenas ideas que sean llevadas a la práctica con éxito.
Crear instancias formales de creatividad puede ser una excelente práctica. Por ejemplo, pueden realizarse jornadas de brainstorming donde se desarrollen grupos de trabajo multidisciplanarios y se entreguen tareas que respondan a los objetivos de la empresa. Lo importante es que la jornada vaya acompañada de una metodología, deadlines y entregables, para convertir las ideas en acciones reales e innovadoras.
Sin embargo, un aspecto muy perjudicial para el desarrollo de un ambiente de trabajo creativo e innovador, es la monotonía en la rutina de trabajo. Es por esto que se recomienda probar nuevos métodos de trabajo y dejar de lado los hábitos que no aportan a un ambiente creativo y más bien coartan el pensamiento crítico de todo el equipo.
Finalmente, será beneficioso aprovechar los tiempos muertos que suelen generarse durante la jornada laboral, y que también pueden ser usados para estimular la creatividad y la innovación. Escuchar podcasts, leer un libro o realizar juegos de ingenio, pueden dar nuevas herramientas a los colaboradores para ser utilizadas y aplicadas en sus labores diarias.